Madrid Curioso — 24 abril, 2015 at 5:42

PELOTAS MADRILEÑOS

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Cuando nos acerquemos a la plaza de Santa Ana a disfrutar de sus bares y terrazas, no debemos olvidar la curiosa historia que vamos a contar. En el lugar que ocupa esta plaza, San Juan de la Cruz fundó en 1586 un convento puesto bajo la advocación de Santa Ana que tenía su entrada orientada hacia la plaza del Ángel en la que destacaba una estatua de la santa.

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Plaza de Santa Ana, fotografía de DAVIDDEEFE

Con la llegada a Madrid de José Bonaparte, la ciudad va a empezar su transformación al ordenar el nuevo rey el derribo de algunos conventos para ensanchar calles y hacer plazas, estando entre ellos el convento de Santa Ana que fue demolido en 1810 abriéndose en su lugar un espacio que pasó a denominarse plaza de Santa Ana. La actual plaza es más grande de lo que era el convento porque frente al teatro Español existía una manzana de casas que hasta 1869 no fue derribada, momento en que adquiere sus dimensiones actuales. En la primera mitad del siglo XIX el cogollo formado entre las calles del Príncipe, del Prado, la plaza de Santa Ana y la manzana de casas aún sin derribar, era la zona de ocio de estirados señoritos, lechuguinos, currutacos, pisaverdes y actores por existir cuatro cafés en los que se daban cita: el del Príncipe, Venecia, Morenillo y Sólito, siendo también lugar de encuentro de personajes importantes como Escosura, Ventura de la Vega, Larra, Mesonero Romanos, Bretón de los Herreros, Espronceda, Zorrilla, Campoamor, Pérez Villamil, Modesto de la Fuente, los hermanos Madrazo o Hartzembuch.

Los antecedentes de los cafés se encuentran en las alojerías, tiendas en donde se fabricaba y vendía la aloja, bebida refrescante compuesta por agua, miel y especias. Esta bebida fue introducida en España por los musulmanes y adoptada por los cristianos que la vendían en sus campamentos en unos lugares especiales señalados con una bandera blanca cruzada por una banda roja, igualita que la del Rayo Vallecano. Con el paso de los siglos estos establecimientos se fueron transformando gradualmente y a finales del siglo XVII pasaron a llamarse botillerías, lugares sucios y oscuros en los que se tomaba vino, licores o refrescos. Las botillerías no eran lugares de reunión ni donde pasar la mañana o la tarde, sino de paso en los que beber algo antes o después de ir al teatro, por eso, al calor de la proximidad del teatro del Príncipe, actualmente denominado teatro Español, en los aledaños de la plaza de Santa Ana surgen los cafés que van sustituyendo a las antiguas botillerías, aunque posteriormente se fueron desplazando hacia zonas más cercanas a la Puerta del Sol.

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Una de las características de estos primeros cafés de Santa Ana era que disponían de mesas de billar, juego que había puesto de moda Fernando VII al aficionarse a él durante su “cautiverio” francés en Valencay. El billar en sus orígenes era un juego practicado por las élites que tenían tiempo de ocio, por eso lo disfrutaban reyes y cortesanos, siendo Francia el país donde en 1510 apareció la mesa de billar como mueble fijo y donde en 1610 se abrió la primera sala pública de billar.

bola-de-billarEn el XIX los franceses continuaban con la afición y como juego considerado “de inspiración que proporcionaba recreo a todo espíritu fatigado”, Napoleón disfrutaba jugando sus partiditas con Josefina, de ahí que el “pelota” de Fernando VII tomara buena nota. Y decimos “pelota” porque a las bolas de billar se las llamaba pelotas, fabricándose las primeras en madera, después empezó a usarse el marfil hasta que debido a su alto precio, a mediados del siglo XX comenzaron a hacerlas de baquelita y luego de resina fenólica por permitir que la pelota fuera más redonda y rodara con más precisión sobre el tapiz.

Fernando VII era un rey felón, caprichoso y narigón que gustaba rodearse de aduladores a los que se conocía como su “camarilla” y que Miguel Ángel Ordóñez tilda en su magnífica obra “Dos siglos de bribones y algún malandrín” de codiciosos, enredadores y crápulas sin instrucción. Este grupete se dedicaba a divertir a su majestad y a hacerle creer que era un maestro en las pelotas de billar, y como Fernando no se caracterizaba por tener un buen perder, los amigotes que jugaban con él en sus interminables partidas intentaban dejar las pelotas lo mejor posible para que el rey hiciera carambolas, de ahí que a ellos se les conociera como “los pelotas” y a nosotros nos haya llegado la expresión “Hacer la pelota” para designar a los que ofrecen excesivas atenciones a otras, y también la famosa frase: «Así se las dejaban a Fernando VII«.

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Fernando VII

Uno de los mayores pelotas madrileños que rodeaban a Fernando VII fue sin lugar a dudas Juan Esteban Lozano de Torres, más conocido por el “El Zorro” por su trapacería y sagacidad. Lozano tenía sobornada a la servidumbre de Fernando VII y a primera hora de la mañana recibía puntual información de la salud del monarca. Como era un pelota tremendo, si el rey había tosido por la noche, él tosía por la mañana; si su majestad no había dormido bien, él alegaba también cansancio; y si al monarca le dolía un pie, él llegaba cojeando a Palacio. Se las arreglaba para sacar la conversación y hacerle ver que los dos sufrían los mismos padecimientos porque era tanto su amor por la monarquía que sufría en su cuerpo los mismos males que el soberano. Las gracietas, chismes, cotilleos y peloteos de “El Zorro” divertían tanto a Fernando que le nombró ministro de Gracia y Justicia, y como por sus sobornos fue capaz de avisarle el primero que la reina Isabel de Braganza estaba embarazada, el rey le condecoró con la Gran Cruz de Carlos III.

Otros pelotas de más tronío fueron el duque de Alagón, el conde de Puñoenrostro y Pedro de Vargas, tesorero privado del rey que movía bien las cuentas para que a Fernandito nunca le faltara dinero para gastarlo en los lupanares de Pepa “La Malagueña” y Lola “La Naranjera”, prima ésta de otro gran adulador cortesano: Perico Chamorro. Pero el que se llevó la palma de jeta pelotudo fue sin lugar a dudas otro de sus ministros de Gracia y Justicia: Francisco Tadeo Calomarde, al que todos conocemos por la famosa frase “manos blancas no ofenden” que pronunció en los momentos finales de la vida de Fernando VII. Calomarde, gracias a la manipulación de las arcas públicas, se encargaba que al rey no le faltara dinero, ideando además un imaginativo ingenio para satisfacer al monarca. El ministro de Gracia y Justica le regalaba décimos de lotería encargándose de manipular las Reales Loterías para que tocasen justamente esos, y como Fernando era muy supersticioso pensaba que Calomarde le traía una suerte tremenda. En otras ocasiones para mantener el favor real simplemente le regalaba alguno de los boletos premiados y que por no haber sido vendidos tenía la Administración de Loterías que él lógicamente controlaba.

Y hablando de pelotas, como estamos viendo nuestro monarca económicamente “no estaba en pelota”, y decimos pelota en singular, y no pelotas porque “ir en pelota” es una expresión que deriva de la medieval “ir en pellote”, siendo el pellote el vestido talar interior que se usaba para estar en la intimidad de la casa, por lo que ir en pellote no era andar desnudo sino en paños menores, en vestido casero. Para la mentalidad de la época el vestir únicamente con el pellote era igual que estar desnudo, por lo que poco a poco se pasó a asociar el estar en “pellote” o “pelota” con estar desnudo, con la piel o el pelo al descubierto. Pero no será hasta el siglo XIX cuando se empiece a identificar el estar en pelota con estar desnudo, asociación maliciosa que incluye los dos atributos masculinos por lo que en ese momento es cuando pasó a decirse el plural “en pelotas”, que ha terminado dominando el lenguaje popular, por eso hay que tener cuidado y cuando vayan desnudos no digan que van en pelotas sino en pelota, aunque sea picada.

Post redactado por Antonio Balduque Álvarez para Espacio Madrid.

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Historiador y apasionado de Madrid, Antonio Balduque ha escrito varios libros sobre la villa y corte madrileña, actualmente se dedica a realizar tours turísticos por Madrid como guía experimentado, mostrando la ciudad como nunca antes la habías visto. Puedes visitar www.curiomadrid.com y realizar un recorrido con él, podrás disfrutar de Madrid de una forma diferente. Puedes contactarle en su mail: antoniobalduque@gmail.com.

4 Comentarios

  1. Ana Maria Escudero

    Me ha encantado leer este artículo lleno de curiosidades sobre la historia madrileña, he disfrutado mucho y espero que sigas deleitandonos con tus conocimientos. Te felicito por tu buena mano al escribir Antonio.
    Saludos.

    • Te agradezco el comentario y el apoyo que prestas a espaciomadrid.
      El fin de estos artículos condensados es que los lectores disfruten y creo que en tu caso se ha cumplido, muchas gracias por tus palabras.
      Saludos

  2. El origen de «hacer la pelota» lo conocía de haberlo leido en un libro de historia, pero lo de «ir en pelotas» no tenía ni idea y la verdad me ha sorprendido!. Como bien dice el famoso refran «nunca te acostarás sin saber algo más»…

    • Gracias por tus palabras. El fin de estos artículos es sorprender y que los lectores disfruten con las curiosidades madrileñas, por lo que si hemos conseguido soprenderte con alguna de las expresiones del texto nuestra misión está cumplida, y esperamos que en las siguientes publicaciones continuemos descubriendo una ciudad llena de sorpresas.
      Saludos.

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