Un jueves por la tarde, día de fiesta y puente para muchos. Me siento en mi butaca, respiro el aroma de un emblemático teatro “El Alcazar”, cuántas representaciones, cuántas veces se habrá subido el telón dando paso a la magia del teatro. Y una vez más me sorprendo, cuando minutos antes de que comience, todavía continúa entrando público. Casi lleno!!! Increíble!!! He venido porque me gusta dejarme sorprender, porque Woody Allen es sinónimo de calidad.
Comienza el espectáculo, la puesta en escena es bastante buena, los actores empiezan la representación con una fiesta, una escena que nos llevará al final de la obra y entonces será cuando comprenderemos el título de la misma. Si destaco algo relevante es precisamente la sensación con la que sales: “Si la cosa funciona” no le des más vueltas y disfrútala. En una sociedad llena, o mejor dicho repleta de prejuicios es positivo que nos presenten personajes que con vidas –miserables-, son capaces de quitarse la venda de los ojos y romper moldes, a cambio de su felicidad. ¿Hay algo más importante?
En clave de comedia van sucediendo situaciones que se van enredando con personajes que van apareciendo en la vida del protagonista. Es curioso cómo la televisión a veces es aliada del teatro. Hay mucha gente que no es asidua de éste arte, pero cuando le dan la oportunidad de ver a un “ídolo” en persona, sin la pantalla, no lo dudan y llenan los teatros. Si la cosa funciona… Enhorabuena!!! El público vibra y el teatro sigue vivo.
La Dirección: Voy a utilizar una frase hecha –políticamente correcta. Sin riesgos, con un buen texto ha dejado llevarse por el autor.
El Guión: Aunque no te guste Woody Allen, es imposible que te deje indiferente. Todos sus textos tienen un trasfondo excepcional. Si lo quieres ver claro, ésa es su genialidad.
La Interpretación: Bastante histriónica, en gran parte de la función. Que sea comedia con personajes típicos no debe ser argumento suficiente para no encontrar un equilibrio entre las emociones del actor y las de su personaje, la comedia no está reñida con la armonía. Los momentos sinceros, son estupendos, lo triste es que cuando aparece “la gracieta” se pierden. El personaje de Melody es el que mejor mantiene su verdad.
La música: Muy adecuada, aunque la parte técnica podría tener un poco más de sensibilidad a la hora de las entradas y salidas, algo brusco para mi. Y la sincronización en el doblaje de la voz de Woody es para sentarse y repasarla.
La Iluminación: El diseño es bueno, las proyecciones funcionan muy bien, las transparencias son gratuitas pero simpáticas. Y también le agradecería a la parte técnica algo de sensibilidad en las subidas y bajadas como en los oscuros.
La Escenografía: Funcional, divertida, acorde con el guión. El juego de las cristaleras está bien utilizado y es bastante creativo.
El Vestuario: Está bien, para la línea que se ha elegido dentro de la dirección del espectáculo. Al igual que el maquillaje.
Resumiendo, es una función para un público que le gusta desconectar, pasar una tarde divertida con una comedia típica-tópica y además poder ver a un actor televisivo que gusta mucho. Para el resto del personal que no comparten dichos gustos, hay una amplia programación teatral. Nuevamente tengo que reiterarme en que el grupo Smedia creo que lo está haciendo bastante bien. Con un repertorio en cartel muy variopinto y para todos los gustos, continúa llenando los teatros. Realmente hay que decirles que: “Sí, la cosa funciona” (ésta frase no es mía, la he copiado del programa de mano y está firmada por el director de la función Alberto Castrillo-Ferrer).
A DISFRUTAR!!!!!!
Teatro Cofidis Alcázar de Madrid
C/Alcalá, 20
Horarios: Miércoles a viernes a las 20:30h, sábados 19:00h y 21:15h, domingos 19:00h
Precio: desde 16 euros.
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