Llega al Teatro Arenal “Almacenados” protagonizada por Cesáreo Estébanez y Francesc Tormos.
Un texto de David Desola que Juan José Afonso vuelve a poner en escena y que reflexiona sobre cómo los puestos de trabajo influyen en nuestras vidas. Desde el 10 de marzo de 2011 en el Teatro Arenal.
SINOPSIS:
Un encargado a punto de jubilarse y el joven destinado a sustituirle comparten cinco jornadas en un mismo lugar: un enorme almacén vacío donde aparentemente nunca ocurre nada.
El paso del tiempo en un reloj desajustado, el incómodo silencio entre dos desconocidos obligados a compartir un espacio, la inmovilidad del almacén -en el que paradójicamente subyace la diminuta pero frenética actividad de un hormiguero-, la desesperación de la espera, el conflicto generacional entre ambos personajes y el peso de una gran mentira.
Todo eso irá forjando entre ellos un vínculo inquebrantable, algo que les unirá para siempre: la conciencia de los perdedores.
Lo que dice el autor
Se dice que el trabajo dignifica al hombre (supongo que también a la mujer, aunque estadísticamente cobre menos). Durante el franquismo, curas y falangistas predicaban esa frase por las escuelas. Paradójicamente, los unos no habían trabajado jamás y los otros vivían del derecho de conquista.
Tanto las dictaduras fascistas, como las comunistas, como las actuales democracias sometidas al capitalismo; todas se empeñan en anunciar a voces las virtudes del trabajo.
Sepan la verdad: el trabajo -a menudo- no dignifica en absoluto: es ingrato, nos envilece, nos esclaviza, nos encadena a un horario y nos invita después a encadenarnos también a una hipoteca y a una baraja de tarjetas de crédito siempre incompleta, que termina a su vez en el grillete de la sociedad de consumo, que con suma eficacia nos retiene in aeternum en un sistema que obliga a fabricar para comprar, desechar y poder fabricar más (¿fabricar qué? Eso es lo de menos).
Esta obra habla del vacío de contenido de muchos trabajos, de la adicción a ellos, de la precariedad y la incertidumbre del joven que se incorpora al mercado laboral, de la sumisión a la empresa por parte de los empleados más veteranos (que tiene mucho que ver con el síndrome de Estocolmo de los secuestrados). No se trata de una crítica a la clase trabajadora, sino de una reflexión sobre como, algunas veces, el trabajo deja de ser un modo de ganarse la vida para convertirse en aquello que da sentido a la misma. No se trata de una historia real, pero tampoco de una completa ficción, porque hay algo de autobiográfico en ella:
Corría la crisis de los noventa cuando yo buscaba trabajo. Fue a finales del 92, que es un año que ahora se me antoja mucho más lejano en el tiempo de lo que en realidad queda, tal vez porque uno cambia de los 20 a los 30, o tal vez por ese punto de inflexión del nuevo milenio. No lo sé. El caso es que en esos tiempos anduve a la deriva de un empleo a otro, todos ellos precarios y que raramente superaban las ochenta mil pesetas mensuales (entonces se pagaba en pesetas ¿recuerdan?). En esos trabajos encontré a muchos señor Lino y fui (o creí ser) muchas veces Nin. Esta obra parte de la necesidad de dar un sentido a aquellos años a la deriva (que no perdidos). No sabría decir si esta obra supone una reconciliación o una venganza, pero sé que -como mínimo- es un texto sincero.
David Desolá
Reparto:
Cesáreo Estébanez
Francesc Tormos
Autor: David Desolá
Director: Juan José Afonso
Teatro Arenal
Desde el 10 de marzo de 2011
C/ Mayor, 6
28013 Madrid
Horarios: de jueves a domingo a las 19.00 horas
Por desgracia nos ha tocado ser esclavos del trabajo y vivimos para trabajar