¿Por qué se construyó? ¿Cómo era en su origen? ¿Cuál fue su primer nombre no oficial? ¿De dónde viene la denominación de “Retiro”?
Lo que hoy conocemos como parque municipal del Retiro tiene poco que ver con el proyecto y realizaciones iniciales que se llevaron a cabo a partir de 1630 en Madrid. En primer lugar, ni era parque ni era público.
La idea era construir una especie de Versalles (se construye antes que éste, pero con una idea parecida) que tuviera una serie de construcciones arquitectónicas importantes entorno a un palacio (lo poco que queda hoy de ello es el Casón del Buen Retiro y un tercio del Salón de Reinos). Y los jardines de este proyecto son actualmente parte del parque, aunque muy modificados.
Por otro lado, no era público ni de entrada libre, ya que pertenecía en propiedad a los Reyes de España, y solo ellos y sus muy allegados consejeros nobles podían disfrutarlos.
En cuanto a su extensión y dimensiones tampoco tiene mucho que ver con la actualidad: sus terrenos iban desde todo el Paseo del Prado hasta algo más allá del estanque grande; el resto son añadidos posteriores y supresiones para construcción del Barrio de los Jerónimos o Isabel II.
ORIGEN Y ANTECEDENTES
Todo se inicia cuando los monjes Jerónimos trasladan el Monasterio de Santa María del Paso (cerca de las actuales ermitas de San Antonio de la Florida) hasta los terrenos muy a las afueras de la ciudad, en lo que dio en llamarse Monasterio de San Jerónimo el Real, y a la zona aledaña Prado de San Jerónimo (más tarde Paseo del Prado).
Poco después, el futuro rey Felipe II es jurado como Príncipe de Asturias en esta iglesia y queda asociado a ella para el resto de sus días: todos los actos importantes de la monarquía en materia religiosa se celebraban allí. Por esto se decide construir un espacio anexo a la iglesia, el Cuarto Real, para que los reyes pudieran relajarse antes o después de las ceremonias.
Es este Cuarto Real precisamente el espacio que utilizará Felipe II en varias ocasiones, con Madrid ya como capital de España, para “retirarse” del mundo en ciertas tristes circunstancias: tras la muerte de alguna de sus esposas, de alguno de sus hijos (o de alguna de sus amantes), o, por ejemplo, tras el Desastre de la mal llamada “Armada Invencible” contra Inglaterra. De ahí viene el nombre de “El Retiro”.
RAZONES DE SU CONSTRUCCIÓN
Suena un poco a chiste, pero la razón principal de la construcción del Retiro, allá por 1630, fue una metedura de pata muy gorda por parte de las autoridades españolas.
Todo sucedió en medio de la Guerra de los Treinta Años, con España enfrentándose a los príncipes alemanes, a los Países Bajos, a Suecia, a revueltas en Cataluña, Portugal, País Vasco, Andalucía, Italia y América, con Francia amenazando entrar en guerra contra nosotros y con Inglaterra indecisa ante qué partido tomar en esta contienda.
Así pues, para convencer a Inglaterra y hacerla nuestra aliada (si no al menos asegurarse su neutralidad), se concertó la boda entre el príncipe heredero inglés (futuro Carlos I) con la infanta española María Ana (hermana de Felipe IV) en 1623. Este trato conllevaba indivisiblemente la firma de dos documentos: el propio matrimonio y una alianza de paz “eterna” entre los dos países.
He aquí que el Príncipe de Gales realizó una visita a Madrid para ultimar los detalles y se le agasajó de forma espléndida con fiestas, decoraciones excesivas y unos gastos que sobrepasaban el presupuesto español de un año entero. Pero al no haber espacio para él en el vetusto Alcázar de los Austrias, se decidió que se alojase en el Cuarto Real del Retiro, el anexo de la Iglesia de los Jerónimos (sin apenas ventanas y sin ningún lujo ni comodidad).
Parece que esta residencia no fue de su agrado ya que la consecuencia fue el enfado del príncipe inglés, su vuelta a Londres de inmediato, la ruptura de la propuesta de matrimonio, y, con el tiempo, la declaración de guerra de Inglaterra a España (un enemigo más).
Los consejeros españoles tomaron buena nota de lo sucedido, y, el valido de Felipe IV, el famoso Conde Duque de Olivares, mandó iniciar la construcción de un complejo palaciego entorno al antiguo Cuarto Real. Este espacio debería servir, entre otras funciones, para albergar a los visitantes ilustres en nuestra ciudad: reyes, embajadores, príncipes… Y, evidentemente, tener la categoría suficiente para que no volviera a suceder un agravio semejante.
PRIMERAS CONSTRUCCIONES Y PRIMEROS NOMBRES
El proyecto e inicios de obras se suceden entre 1630 y 1631, y, como ya quedó dicho, tenía como base y modelo algo muy parecido al posterior Palacio y Jardines de Versalles: Un edificio central magnifico, varios en sus alas guardando la misma estética y categoría, jardines geométricos y rectilíneos, funciones muy bien definidas de cada uno de los espacios…
Pero el proyecto inicial nunca se respetó y a la muerte del arquitecto principal, Giovanni Bautista Crescenzi, se produjo la consecuencia inevitable: una falta total de coherencia y homogeneidad en los edificios y una descoordinación terrible entre las diferentes construcciones.
Si a esto le sumamos los continuos caprichos, modificaciones y ocurrencias de Felipe IV, ya tenemos el resultado obvio. En muchas ocasiones, cuando se concluía un edificio, el rey llegaba con una nueva idea para éste, con lo que había que derribarlo y volver a hacerlo con una función, una estética y/o una orientación totalmente diferente, según lo ordenaba el Rey.
Por tanto, más que una estructura organizada y bien distribuida, el Retiro primigenio no fue más que un pastiche o mezcla de edificios de diferente arquitecto, materiales, estilos y épocas, sin ninguna relación entre si y que dificultaban incluso el tránsito de uno a otro.
De esto tomaron buena nota los embajadores y viajeros extranjeros, que, obviamente, comparándolo con otros palacios europeos, se daban cuenta enseguida de la incongruencia de dicha construcción. Y lo que más llamaba la atención, el colmo del mal gusto, era una jaula con aves exóticas que era propiedad de la alcaldesa perpetua del Retiro, ni más ni menos que la esposa del Conde Duque de Olivares. Así pues, en las Cortes europeas se empezó a llamar a modo de chanza a nuestro Retiro como “La Pajarera” o “El Gallinero”, nombre apropiado a todas luces ante tal guirigay.
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Me encanta el Retiro, un pulmón verde maravilloso de la ciudad de Madrid
😉 a nosotros nos encanta perdernos y pasear sin rumbo… 😉
¿No se dice nada de para qué se contruyó el lago ni el Palacio de Cristal?, supongo que será porque la historia oscura que hay detrás no mola enseñarla. Y me refiero a los aborígenes expuestos como animales, que para verlos la gente pagaba, obviamente. El lago se contruyó para el «disfrute» de los aborígenes. Así de triste es.
En primer lugar, tal como dice el título del artículo, nos referimos a los «orígenes del Retiro». Lo que cuento en él sucede alrededor de 1630. Y como bien sabrás la exposición sobre Filipinas para la que se construyó el palacio de cristal tuvo lugar a finales del siglo XIX. Y en segundo lugar, si, es cierto que se utilizó a los tagalos como monos de feria e incluso algunos de ellos murieron en el viaje a España o al no aclimatarse bien a nuestro país. Pero esa es otra historia que excede lo que se cuenta en este artículo. Gracias de todas maneras por tu comentario