Si me pongo a pensar en trenes, me vuelven recuerdos de los veranos de mi infancia. Mi padre se quedaba en Madrid trabajando, y mis hermanos y yo bajábamos al pueblo, con mi madre, en uno de aquellos regionales de la RENFE. Trenes azules con una raya amarilla, con butacas de skay con un cenicero en el brazo, ventanas fosilizadas y un traqueteo letárgico. Como mi pueblo no tenía estación, teníamos que bajarnos (previa comunicación al revisor para que parase el tren), en el apeadero abandonado de Illán de Vacas, que consistía en poco mas de un viejo edificio destartalado donde aún se veía el letrero de la cantina, un carro de equipajes mortecino, y dos almacenes derruidos. Desde allí, si tenías suerte, el cartero te acercaba, y si no la tenías, te quedaba un largo camino al pueblo.
Si vas hoy día por allí, ya no queda nada de eso. Ni los edificios. Ni los escombros. Ni el recuerdo. Nada. Se lo ha tragado el tiempo y el olvido.
En España, al parecer, existen más de 7600 kilómetros de vías que ya no tienen servicio, o que nunca lo tuvieron. Desde 1993, el Programa de Vías Verdes gestiona todo este patrimonio y lo acondiciona para nuevos usos turísticos y recreativos. Las Vías Verdes son toda una red de antiguas vías de tren (con su peculiar historia cada una), que se han convertido en un extraordinario catálogo de vías ciclistas y senderistas, perfectas para su disfrute por casi cualquier persona.
La que os vamos a contar hoy, en concreto, está perfectamente acondicionada hasta para personas con movilidad reducida: LA VÍA VERDE DE LA JARA.
Un poco de historia: corría el año 1926, y la Dictadura de Primo de Rivera promulgó un plan de construcción de nuevos ferrocarriles, llamados «ferrocarriles secundarios», que completaran la red principal. El Conde de Guadalhorce proyectó la construcción de 16 nuevas líneas de ferrocarril (de las que no llegó a inaugurar ninguna), entre la que se encontraba la que uniría Talavera de la Reina con Villanueva de la Serena. La guerra, el desarrollo del automóvil, el impulso a las carreteras, y el despoblamiento rural, hizo que se abandonara el proyecto estando prácticamente terminado.
La actual Vía Verde de la Jara es una ruta de 52 kilómetros que atraviesa un paisaje impresionante entre las estribaciones de los Montes de Toledo y el Puerto de San Vicente. Une el pueblo de Calera y Chozas con el de Santa Quiteria. Es una ruta de dificultad baja, con un buen firme, y un desnivel muy suave, perfecto tanto para caminar como para bicicletas. La única dificultas es su longitud, pero podéis acceder perfectamente en coche a las diferentes estaciones que tiene la ruta, y hacer pequeñas etapas. A nosotros, personalmente, el primer tramo (Estación de Calera y Chozas-Apeadero de Silos) es el que nos gusta menos (que nadie se ofenda) pues es un paseo entre campos de labor, así que solemos dejar los coches en el apeadero de Silos y comenzar la ruta allí.
Desde el apeadero de Silos, entramos en un espléndido bosque mediterráneo, donde no es difícil ver conejos, rapaces, y si eres afortunado, ciervos. Cerca encontraréis una de las dos únicas fuentes que hay, la Fuente de la Garrapata. He leído que es potable, pero preferimos no arriesgarnos, lo cual me sirve para recomendaros llevar abundante agua, sobre todo si vais en primavera o verano; no olvidéis que es Castilla (polvo, sudor y hierro), y en verano añadid un protector solar.
Al poco aparecen los primeros túneles (es importante llevarse alguna linterna o similar, pues hay 18 túneles), y de pronto aparece la primera sorpresa del día: la esbelta silueta del puente de Azután o puente de Amador, que cruza precisamente el embalse de Azután. Atravesándolo, la vía sube ligeramente hasta permitir una vista fantástica del río, de los montes y vegetación que te rodea.
A pocos kilómetros, llegamos a la estación de Aldeanueva de Barbarroya, a las afueras del pueblo, donde se puede uno aprovisionar de agua (y si necesitas algo en el pueblo). Desde aquí, el paisaje de bolos graníticos nos acerca a la siguiente obra de ingeniería: el viaducto del Riscal del Cuervo. Nos acercamos ya a uno de los tramos más bonitos, jara y pizarra, y abundantes túneles y viaductos junto al río, hasta llegar a la estación de Nava-Fuentes. Aquí se encuentra otro de mis lugares favoritos, un túnel de 730 metros (recordáis lo que os dijimos de las linternas, ¿verdad?).
Cuando fuimos nosotros (enero 2018) el túnel estaba cerrado por desprendimientos a causa de las lluvias, sugiriendo un itinerario alternativo. Puedes pasar, no obstante, pero bajo tu responsabilidad (está muy mal decirlo, pero nosotros pasamos por dentro). La ruta se acerca al embalse de San Vicente y a las Sierras de Altamira, para terminar en la mina de Santa Quiteria.
La ruta entera es muy larga para hacerla andando en un solo día, pero es perfecta para hacerla en etapas, pues los diferentes apeaderos son accesibles y la distancia entre ellos es perfecta para hacer uno o dos cada vez. En bici puede hacerse sin demasiada dificultad (dentro de que ida y vuelta son 102 kilómetros y hacen falta piernas, obviamente). Es una ruta fantástica, que puede combinarse y completarse con múltiples opciones cercanas (¿hace mucho que no hacéis una gastroparadita en Talavera?… os debemos un post a este respecto), fácil, cercana y accesible.
No os la perdáis!!!!
La opinión de Mario (9 años): Lo que más me ha gustado son los túneles!!!!
La opinión de Natalia (7 años): Túneles, túneles, túneles!!!!!
DATOS DE CONTACTO
LUGAR: Entre las Estaciones de Calera y Chozas (Renfe) y Santa Quiteria (Toledo)
CÓMO LLEGAR: Estación Autobuses de Talavera de la Reina. Autobuses empresa «La Veloz» a Calera y Chozas, Aldeanueva de Barbarroya, La Nava de Ricomalillo, Sevilleja de La Jara, Campillo de La Jara y Puerto de San Vicente. Autobuses empresa «Vilar» a Calera y Chozas.
TLF: 925 45 56 25
DIFICULTAD: Baja
MÁS INFO: http://www.viasverdes.com/itinerarios/itinerario.asp?id=103
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