En la actualidad, la inmensa mayoría de las fábricas e industrias de Madrid se encuentran en sus periferias, en los llamados polígonos industriales. El cinturón industrial que rodea nuestra ciudad ha acogido a la gran mayoría de éstas ya que ofrece menores costes de alquileres de espacios, y mejores vías de comunicación y acceso a materias primas y distribuidores. Pero también, lógicamente, porque allí ocasionan un menor perjuicio para los ciudadanos y liberan espacio para el correcto desarrollo de una gran urbe como Madrid.
Sin embargo, hubo un tiempo amplio desde finales del siglo XIX hasta al menos mediados del siglo XX en el que las industrias poblaban como setas después de un día de lluvia toda la extensión de nuestra ciudad. E incluso las zonas más céntricas actuales, que recordemos que en aquellas épocas eran la periferia de Madrid, como el barrio de la Arganzuela, Embajadores o Chamberí. La especial predilección para su emplazamiento fue la cercanía a las vías de comunicación, ya sea las grandes carreteras como sobre todo las líneas férreas que dominaron el transporte terrestre hasta la generalización de los camiones en el último tercio del siglo pasado. Por eso, la zona entre Príncipe Pío y la estación de Méndez Álvaro fue la elegida por la mayor parte de las fábricas e industrias de nuestra ciudad, justo donde ahora encontramos el Pasillo Verde, ya que hasta hace apenas 30 años por aquí trascurría la conexión ferroviaria más importante de Madrid desde mediados del siglo XIX.
Pero todo aquello ya pasó, y primero poco a poco y después de una forma mucho más rápida, todas las empresas de fabricación u obtención de recursos de nuestra ciudad fueron trasladándose a las afueras o simplemente desapareciendo. Pocas o casi ninguna son las que se han salvado y aún siguen en pie, de una u otra manera. Y con ello no solo dejaron su historia y su recuerdo, como la mítica fabrica de Jabones y Perfumes Gal que estaba en Moncloa, sino que muchas de ellas además nos “legaron” sus interesantes edificios. Bien es verdad que algunos de ellos, principalmente los construidos ya muy entrado el siglo XX, poco tienen de interés arquitectónico, como la recién desaparecida fábrica de Mahou, junto al también desaparecido estadio Vicente Calderón.
Pero muchas otras construcciones son de una indudable categoría arquitectónica, a pesar de ser construidos con una obvia función práctica. Entonces, ¿qué hacer con ellos? La opción más clara, como veremos, es darles una segunda oportunidad con uso público y destino cultural y social.
Matadero de Madrid: el ejemplo a seguir en cuanto a transformación y reutilización
El Matadero y Mercado de Ganados de Madrid en la Dehesa de la Arganzuela fue proyectado ya desde finales del siglo XIX. De hecho se realizó un concurso entre grandes arquitectos para su realización y así sustituir los anteriores mataderos que no tenían las condiciones suficientes de salubridad e higiene que los nuevos tiempos requerían. A pesar de ganar dicho concurso Joaquín Saldaña, el Ayuntamiento se lo encargó directamente a Luis Bellido, arquitecto municipal y reformador entre otras obras de la Casa de Cisneros y la Torre de los Lujanes en la Plaza de la Villa. Y se contrató al ingeniero José Eugenio Ribera y a su equipo para que llevaran a cabo la obra. Basándose en los modelos de otras instalaciones similares en Alemania, Bellido proyectó en 1910 un gran complejo con naves de estabulación, despiece, mondonguería, refrigeración y demás servicios para la preparación de carne destinada al consumo. Pero también organizó la zona de mercado de ganado con animales de trabajo y otros destinos en la que se podían hacer transacciones de forma rápida.
Aunque tuvo muchas complicaciones y críticas durante su construcción, finalmente se puede considerar terminada en 1925, a pesar que aún se seguirían edificando otros pabellones para diversos usos como los de aves y gallinas. Y ya desde un año antes estaba en actividad al menos una parte del complejo. Entre finales de los años 20 y la Guerra Civil estuvo en pleno funcionamiento con unos volúmenes importantísimos no solo de animales sacrificados sino también de trabajadores que dependían de una u otra manera de estas instalaciones y servicios. Pero al llegar el conflicto se vio en pleno frente de batalla y cesó mucho su actividad. Tras la guerra aún se amplió su construcción con la edificación de la Nave de patatas (actual invernadero). No obstante, las décadas siguientes marcaron el inexorable camino a la desaparición del antiguo matadero y mercado de ganados.
En 1967 se aprobó la Ley Arganzuela que ordenaba el derribo de todas las edificaciones del mismo, el traslado de la actividad a un lugar más periférico y la utilización de su espacio para uso público. Sin embargo, sucesivas prórrogas hicieron que continuara su actividad de forma oficial hasta enero de 1996, aun cuando la mayor parte de sus servicios ya habían pasado a Mercamadrid y otros lugares. Por desgracia, cuando se aprobó el nuevo plan para conservar los edificios debido a su señera arquitectura ya muchos de los 64 de los que llegó a constar se habían tirado para hacer una especie de parque junto al río. Pero el que inició el proceso de conservación de los mismos fue el antaño edificio de administración y organización, que ya en 1980 había sido reformado para Junta Municipal de Distrito y ahora une a esto diferentes actividades sociales y culturales.
Aunque construidas con función puramente fabril y en el tan despreciado durante mucho tiempo estilo neomudéjar, es indudable que los edificios que aún se conservan en Matadero (con el más destacado de la actual Junta de Distrito de Arganzuela), merecían una segunda oportunidad. La mezcla de zócalos de granito con estructura de mampostería vista y toques decorativos mayoritariamente en ladrillo es magnífica. Y además con aplicación de sutiles decoraciones en cerámica que embellecen aún más las obras. Así pues, donde antes olía a carnes, vísceras, sesos, gallinejas y demás, ahora se respira arte y cultura por los cuatro costados. Se trata de un centro social y cultural donde se encuentran, entre otros: una cineteca, la sala del lector, un auditorio, una cantina, un restaurante, salas de exposiciones, las Naves del Español, salas de ensayo de ballet y danza nacionales, un centro de interpretación del parque Madrid Río, naves de arquitectura experimental y reversible…
Reutilizaciones a tutiplén
Sí, sin duda el de Matadero puede considerarse el ejemplo más importante de reconversión de un edificio o conjunto de edificios industriales a destinos culturales o sociales, pero no son el único. Si nos pusiéramos a hablar de cada uno de ellos en detalle no tendríamos espacio ni en 20 artículos como éste. Así que solo a modo de catálogo aquí os presento una serie de ellos con su “antes” y su “ahora”. No están todos pero creo que serán suficientes para hacernos una idea:
- Antigua Central Eléctrica del Mediodía – Actual Caixa Fórum Madrid (Paseo del Prado 36).
- Antiguas Serrerías Belgas de los Pinares del Paular – Actual Medialab Prado (Calle Alameda 15).
- Antigua Real Fábrica de Tabacos – Actual centro Social Autogestionado y Espacio Promoción del Arte (Calle Embajadores 51 y 53).
- Antigua Fábrica de Galletas Pacisa – Actual Teatro Circo Price (Ronda de Atocha 35).
- Antigua Fábrica de lámparas y aparatos eléctricos Osram – Actuales dependencias municipales del Área de Vivienda y Rehabilitación Urbana (Paseo de Santa María de la Cabeza 46).
- Antigua Fábrica de Cervezas el Águila – Actuales Archivo y Biblioteca Regional de la Comunidad de Madrid (Calle Ramírez de Prado 3).
- Antigua Nave de la Fábrica de Ascensores Boetticher y Navarro – Actual centro de formación, innovación y espacios de trabajo colaborativo “La Nave” (Calle Cifuentes s/n, cerca de Villaverde Bajo).
- Antiguo Mercado Central de Frutas y Verduras – Actual sede de la Asociación Sociocultural EVA y otros usos futuros (Plaza de Legazpi 7).
- Antigua Estación de las Delicias de la Compañía MCP – Actual Museo del Ferrocarril y eventualmente Mercado de artesanía y segunda mano (Paseo de las Delicias 61).
- Antigua Sucursal de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid – Actual Centro Cultural “La Casa Encendida” (Ronda de Valencia 2).
- Antiguos Almacenes de Tabacalera – Actuales oficinas para Aguirre Newman (Calle General Lacy 23).
- Antigua Fábrica de la Standart Eléctrica – Actuales dependencias de diferentes servicios del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid (Calle Ramírez de Prado 5).
- Antigua Fábrica de Maderas – Actuales Viviendas y Centro Deportivo (Ronda de Valencia 5).
- Antiguo Mercado de Pescados y luego Mercado de Antigüedades – Actuales dependencias de la Universidad Carlos III (Glorieta de la Puerta de Toledo).
- Antiguo Laboratorio Municipal – Actual Centro de innovación e internacionalización “Madrid International Lab” (Calle Bailén 41).
- Antiguo Instituto Militar de Higiene – Actual sede del Centro Cultural “Casa de México” (Calle Alberto Aguilera 20).
- Antigua Fábrica de Guatas de algodón – Actuales dependencias de la Universidad de Comillas ICAI-ICADE (Calle Francisco de Ricci 3).
- Antiguas Central Eléctrica de Pacifico y Nave de Motores – espacio musealizado y dependencias administrativas de Metro de Madrid (Calle Cavanilles 58).
- Antigua Fábrica de hielo “La Industrial” – Actual espacio de Co-Working “La Industrial” (Calle San Andrés 8).
- Antigua Fábrica de Cervezas Mahou – Actual Museo ABC y Salas de Exposiciones (Calle Amaniel 29-31).
- Antiguo edificio de Construcción y taller de Carruajes Lamarca Hermanos – Actual centro comercial y galería comercial (Calle Fernando VI 10 y 12).
El Futuro es nuestro
Como hemos visto, las cosas se pueden hacer bien o medianamente bien, como en la mayoría de los casos de la lista anteriores, donde se han conservado si no todos si buena parte de los elementos originales del edificio en cuestión. Además, en la mayoría de los casos son espacios ganados para el público, ya sea para salas de exposiciones o museos, espacios de trabajo en común o colaborativo, iniciativas vecinales, centros sociales y culturales o de otra índole. Pero también se pueden hacer las cosas rematadamente mal, como en el caso de verdaderos monumentos del arte arquitectónico, que fueron derribados por simple beneficio económico. Ya hemos hablado mínimamente de la fábrica de perfumes Gal; mencionaremos también la de bebidas del Laurel de Baco (con su elegante estilo neomudéjar) o la famosísima Fábrica de Platería de Martínez.
Pero dos ejemplos señeros sin duda y mucho más recientes, son el del conocidísimo Mercado de Olavide y el no menos importante de los Laboratorios Jorba. En cuanto al primero, todo el mundo debería saber que en el lugar donde se encuentra la Plaza de Olavide hubo un elegante mercado de planta hexagonal y con diferentes niveles y alturas en su construcción. Fue realizado en 1934 por el ilustre Francisco Javier Ferrero y derribado exactamente 40 años después casi de la noche a la mañana y ante la estupefacción de los vecinos de Madrid. Así murió uno de los considerados como mejores ejemplos de la arquitectura racionalista en Madrid. Hace bastante menos tiempo que se “cargaron” La Pagoda, un curiosísimo edificio de inspiración orientalizante con toques ultramodernos que se situaba junto a la salida por la A-2 de nuestra ciudad. Realizada magníficamente por Miguel Fissac para los Laboratorios Jorba en 1965, se “tiró” (casi con nocturnidad y alevosía) en 1999, aduciéndose que no estaba catalogada con ningún tipo de protección arquitectónica. Asesinos y cobardes los hay en todos los lados.
Esto ya no tiene remedio, evidentemente. Pero hay numerosos casos que reclaman nuestra atención y que tendrá que decidirse en los próximos meses o años si se les da una segunda oportunidad o se les manda directamente al olvido a base de porrazos y máquinas de demolición. Es el caso por ejemplo del Antiguo Laboratorio Central de Sanidad Militar, que se encuentra en una manzana entera de la calle Embajadores entre sus números 71 y 75. En el año 2015 se trasladaron todas sus funciones, incluido un muy interesante Museo de Farmacia Militar, a las afueras de Colmenar Viejo. Una lástima, sobre todo por las curiosas colecciones de dicho museo. Pero peor aún es que se esté dejando perder una arquitectura singular como ésta, con sus magníficas cúpulas bulbosas y su buen toque decorativo de ladrillo. Se han barajado muchas opciones pero parece que no ha cuajado ninguna. Actuemos ahora que aún estamos a tiempo. Si no, dentro de unos años y cuando su estado sea ya calamitoso se derribará de repente y sin dar más explicaciones. Y en su lugar tendremos otro anodino edificio moderno.
No digo que todos los edificios antiguos deban conservarse ni mucho menos. Hay expertos para ello que pueden determinar qué es interesante desde el punto de vista arquitectónico conservar y qué no. Pero la economía no debería ser un factor a tener en cuenta en este caso. Y si algo merece la pena conservarse, hágase. Estos vetustos edificios industriales nos dieron en su tiempo una actividad productiva importante y ahora pueden darnos espacios públicos relevantes. ¡Démosles una segunda oportunidad!
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Muy interesante el artículo, Alvaro, y sí, ojalá retomemos nuestros estupendos paseos cuanto antes, por nuestra amada ciudad.
Un abrazo para ti y para todo el equipo, deseándoos unas muy felices fies