Una sala, un espacio pequeño diseñado sólo para crear magia. Sí, auténtica magia, la del más puro TEATRO, ese que se escribe con mayúsculas. Entramos y al mirar el programa observas que solo hay una intérprete pero que en la representación aparecen más de diez personajes —algo no cuadra—. Como es posible que Mona Martínez pueda recrearlos a todos…
Decido como es mi costumbre, dejarme sorprender. Aprecio una escenografía que a priori no me dice nada. Sencilla y nada representativa. Observo la Sala, que por cierto está muy bien diseñada, es acogedora y el personal muy amable. Se agradece.
No hay música previa, no hay luces aparentes. Todo es muy espartano. Esta vez sí iba sabiendo un poco de la función, porque la actriz es una querida amiga, que en su momento y dadas mis circunstancias familiares me pidió algunas pautas para afrontar de la manera más respetuosa el cáncer infantil.
Hasta este momento todo es común, como una de tantas funciones que voy a ver. Anuncian que da comienzo la representación y las luces se transforman, el espacio cobra vida y aparece ELLA. Todo cambia, con su sola presencia nos atrapa en un universo teatral del que no puedes salir hasta transcurridos más de noventa minutos. Todo vuela, las emociones se agolpan, se superponen unas encima de otras dando paso a una vulnerabilidad que estalla en tu interior y no cesas de absorber todo lo que Mona va esculpiendo con su cuerpo, con su voz a través de ese maravilloso texto. Jamás había sentido algo tan intenso, reconozco que es indescriptible observar como lo que hay a tu alrededor se desvanece, no llego a sentir al resto de los espectadores, es como una comunión entre el escenario que ya no es un escenario, es un espacio vivo lleno de esperanza, de vida, de furia, de valientes… Y yo. Es como una actuación para mí sola. Os juro que la persona que me acompañaba y después hablando con otros asistentes, todos sentimos lo mismo. Un gran privilegio poder ser testigo y partícipe de semejante trabajo interpretativo.
No quiero desvelar nada del guión, es auténtico. Así que voy a comentaros los distintos trabajos imprescindibles para que una función teatral sea buena o no.
Guión.- Sublime por la originalidad y el vocabulario que utiliza para la expresión de un tema tan sensible. Sorprende en cada momento. Hay que saber qué es lo que vas a ver. Una forma diferente de tratar un tema del que todos huimos – un tratamiento que no funcionó, los últimos días en la vida de un niño…
Dirección.- Inmejorables las directrices marcadas a la actriz. Exacta, sin rodeos y con objetivos muy claros. Es muy difícil hacer una dirección tan perfecta. Gracias.
Iluminación.- Resolutiva y original. Aporta vida a todos los elementos escenográficos y ayuda a la comprensión de la función.
Escenografía.- Funcional y arriesgada. Es una propuesta atemporal y llena de imaginación. Me ha encantado.
Sonido.- Exquisito, en su justa medida. Y bravo por el técnico que sabe mimar las escenas y aportar los volúmenes exactos.
Vestuario.- Perfecto, grande, sencillo y completamente funcional. Muy difícil también saber aportar un solo vestuario para dar vida a tantos personajes. Enhorabuena.
Interpretación.- SOBERBIA. SINCERA. AUTÉNTICA. EMPÁTICA. El ritmo y la cadencia con la que disfruta Mona interpretando es una ambrosía para los sentidos de los espectadores. Mi máximo respeto por tu maravilloso trabajo. Gracias.
Si pudiera os invitaba yo a ir a la Sala Arapiles 16. En esta ocasión os digo que no ir a disfrutar de esta maravilla de función es una estupidez. Y yo, mis estimados lectores, es lo último que os considero.
Por favor, no os la perdáis, estáis a tiempo todavía.
“Mira cada día el mundo como si fuera la primera vez”
DISFRUTA!!!!!
DATOS DEL EVENTO
LUGAR: Sala Arapiles. Calle Arapiles, 16. Metro: Quevedo y San Bernardo
FECHAS: de jueves a domingo, hasta el 31 de marzo 2019
HORARIOS: de jueves a sábado a las 20:00h y domingos a las 19:00h
PRECIO: desde 14€
MÁS INFO: https://teatro.unir.net/el-espacio/
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